Carta a un joven entusiasta de las criptomonedas (o a un simple curioso)
Tenías razón. No es una moda pasajera.
A pesar de los embrollos legales en que están empresarios como Sam Bankman-Fried y las complicaciones regulatorias que enfrentan empresas como Binance, la gente no ha dejado de comprar criptomonedas.
Aunque el precio del bitcoin sufrió una caída devastadora en 2022, el porcentaje de quienes poseen criptomonedas en Estados Unidos, que era solo el 3 por ciento el año anterior, aumentó al 11 por ciento. Este año, esa cifra alcanzó el 12 por ciento, según un artículo en proceso de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por su sigla en inglés). Por si fuera poco, el precio del bitcoin ha aumentado más del 75 por ciento con respecto a su punto más bajo en 2022.
Esta convicción en las criptomonedas —o simple curiosidad— no merece el desdén de los mayores ni regaños por tus finanzas personales. Solo requiere que hagas unas cuantas preguntas para tener claro quién eres y por qué te atraen tanto las criptomonedas.
Es cierto que los adultos jóvenes están más abiertos a esta forma de poner a trabajar el dinero. Si tienes menos de 40 años, es más probable que tengas criptomonedas que otras personas mayores de 60 años, según la investigación de la NBER. También es más probable que seas hombre.
La brecha de género es digna de mención. Este año, el Centro de Investigaciones Pew publicó un análisis que muestra que, si bien el 41 por ciento de los hombres de entre 18 y 29 años encuestados dijo haber tenido o usado criptomonedas, solo el 16 por ciento de las mujeres encuestadas de ese rango de edad había hecho lo mismo.
Una posible explicación para este sesgo es de índole química. “Es el envenenamiento por testosterona”, señaló William Bernstein, de 75 años, neurólogo retirado y autor de Los cuatro pilares de la inversión. “Es maravilloso para la masa muscular y la velocidad de los reflejos, pero no ayuda en absoluto al juicio”.
¿Eres del tipo que negocia activos sin pensar? No es una pregunta retórica. Pregúntale a una mujer o a alguien más que tenga mejor juicio que tú (o quizás solo distinto al tuyo).
El Centro de Investigaciones Pew también indicó que el 14 por ciento de los adultos blancos había tenido criptomonedas; en comparación, entre los adultos negros o hispanos ese porcentaje era del 21 por ciento y entre los adultos asiáticoestadounidenses, del 24 por ciento.
La brecha racial de riqueza todavía es muy amplia y cuando los adultos jóvenes hacen conciencia de esa difícil realidad, por lo regular hacen el compromiso personal de romper el ciclo. Por desgracia, cualquier decisión apresurada puede convertirte en un blanco más fácil para los esquemas de promoción de criptomonedas de valor cuestionable a cargo de influentes y celebridades.
“Existe un verdadero deseo de poder alcanzar a otros en el juego de acumulación de riqueza en Estados Unidos”, comentó Yanely Espinal, de 33 años, directora de difusión en la empresa educativa sin fines de lucro Next Gen Personal Finance. “Así que te venden las criptomonedas con esta visión de que, si haces esto, puedes llegar a ese nivel de riqueza… siempre y cuando estés dispuesto a asumir el riesgo”.
El mayor atractivo de las criptomonedas por lo regular es la posibilidad de obtener grandes rendimientos, el tipo de ganancias del décuplo que recibieron los poseedores de bitcoines que compraron a principios de 2019 y vendieron a principios de 2021.
Pero quizá nunca más pase algo así; de hecho, es posible que el pequeño número de personas que obtuvieron esas ganancias solo hayan tenido suerte. Repetir una hazaña así (comprar y vender justo en el momento adecuado) requiere una habilidad extraordinaria (o más bien, es igual de probable a que un rayo caiga dos veces en el mismo lugar).
Sin embargo, no pretendo decirte que no lo intentes por ningún motivo. Todo lo contrario.
Considera la trayectoria de Aadi Gujral, el joven de 17 años que fundó la Foundation for Financial Literacy, y que comenzó a negociar con criptomonedas al principio de la pandemia. Compró bitcoines y luego le entró de lleno a la industria, con experimentos en otras monedas y también en la minería de monedas.
“Algunas veces era de lo más redituable y otras veces lamentaba todas mis decisiones”, relató Gujral. “Con la volatilidad, mi dinero probablemente habría estado más seguro y mejor invertido en un fondo indexado con acciones”.
Pero, ¿habría aprendido más en una canasta aburrida de las mayores acciones de Estados Unidos? ¿Habría adquirido una mejor percepción de su propia tolerancia al riesgo? ¿Se habría convertido en un mejor maestro para otros jóvenes de su edad? No, no y no.
Espinal, quien instruye a los educadores sobre cómo enseñar acerca de las criptomonedas y es la autora de Mind Your Money, se preocupa por los adolescentes que ponen todos sus ahorros en este tipo de divisas y lo pierden todo.
“Podrían irse con un mal sabor y guardar su dinero en cuentas de ahorro porque no quieren volver a sentir ese sentimiento”, dijo. “Eso puede alejarlos de invertir, lo cual es una gran oportunidad para generar riqueza, especialmente para las personas de color”.
Espinal tiene razón en preocuparse, y muchos adultos jóvenes que vieron cómo los saldos de jubilación de sus padres sufrían pérdidas profundas a raíz de la crisis económica de 2008 se alejaron de las acciones durante años. Evitarlas resultó ser la elección equivocada durante lo que se convirtió en un mercado en alza constante.
Por ahora, sin embargo, pocos propietarios de criptomonedas están sufriendo. Solo el 3 por ciento de ellos dice que su actividad ha afectado mucho sus finanzas, según la investigación de Pew.
Eso podría cambiar, de repente y sin previo aviso. Sin embargo, todo lo que eso significa es que no debes invertir más dinero en criptomonedas del que puedes permitirte perder.
En opinión de Bernstein, cuyo nieto mayor tiene 10 años y pronto estará listo para absorber su sabiduría, el mayor error de un entusiasta de las criptomonedas sería pensar que tenerlas es una verdadera inversión. Según explicó, las inversiones te dan ganancias (como una empresa de la que tienes acciones) o te ayudan a crear ingresos (cuando la empresa paga dividendos por sus acciones). Las criptomonedas no hacen nada de eso, salvo que las vendas con alguna ganancia.
Puedes pensar en los meses o años en los que tengas criptomonedas en tu poder como horas pasadas en el teatro o en un concierto y solo gastar la cantidad que creas que vale el aprendizaje o el placer que te dan.
Pero tampoco subestimes sin más a gente como Bernstein. “Es lo bueno de ser un vejestorio”, dijo. “Los viejos no invierten tanto en criptomonedas como los jóvenes no porque no estén al día, sino porque ya han visto esta película, así que ya saben cómo suele terminar”.
Ron Lieber ha sido el columnista de Your Money desde 2008 y ha escrito cinco libros, más recientemente The Price You Pay for College. Más sobre Ron Lieber